Las fuerzas o causas segundas de Dios
Dios, en su infinita sabiduría y providencia, se vale de fuerzas segundas para hablar al hombre y guiarlo en su camino hacia la salvación. No siempre se manifiesta de manera directa, como en la zarza ardiente con Moisés o en la voz que habló a San Pablo en el camino de Damasco. Más bien, en la mayoría de los casos, Él actúa a través de medios intermedios, las llamadas “causas segundas”, que son instrumentos en sus manos para conducirnos a la verdad.
1. Dios obra a través de la naturaleza y la creación
La Sagrada Escritura nos enseña que la creación es un reflejo de la gloria de Dios. En el Salmo 18 se proclama: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal 18,2). Cada cosa creada es un signo que nos habla de su Creador: el orden del universo, la belleza del cielo estrellado, la armonía de las estaciones... todo esto nos recuerda que hay un Dios que rige el cosmos con sabiduría infinita.
San Pablo nos dice en su Carta a los Romanos: “Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras” (Rom 1,20). Por eso, quienes observan la naturaleza con ojos de fe pueden ver en ella los signos de la presencia divina.
2. Dios nos habla a través de los santos y de sus ministros
Dios también ha elegido a ciertos hombres y mujeres como instrumentos de su voluntad, para guiar a otros en el camino de la verdad. Desde los patriarcas y profetas del Antiguo Testamento hasta los santos y doctores de la Iglesia, el Señor se vale de ellos para instruirnos y fortalecernos en la fe.
Los santos, por su testimonio de vida y por sus escritos, siguen siendo causas segundas de la acción de Dios en el mundo. Sus vidas son faros que iluminan el camino de los fieles y nos enseñan cómo vivir en conformidad con la voluntad divina. Por eso, la devoción a los santos no es una desviación de la fe, como afirman los protestantes, sino un reconocimiento del modo en que Dios obra a través de ellos.
Los sacerdotes y obispos, cuando son fieles a su misión, son también instrumentos de la gracia divina. A través de ellos, Cristo continúa enseñando, santificando y gobernando su Iglesia. Por eso, es tan importante la obediencia a los pastores fieles, pues Dios se vale de ellos para hablarnos y guiarnos.
3. Dios se manifiesta en los acontecimientos de la vida
Nada sucede por casualidad. En la providencia divina, incluso los acontecimientos más pequeños están dispuestos por Dios para nuestro bien. Las pruebas, los sufrimientos, los encuentros providenciales, todo forma parte de un plan superior. Muchas veces, el Señor nos habla a través de las circunstancias que vivimos, pero somos nosotros quienes no sabemos escucharlo.
San Agustín decía: “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. Él permite que atravesemos dificultades para purificar nuestra fe, nos pone en contacto con ciertas personas para guiarnos por el camino correcto, nos coloca señales en el camino para indicarnos la dirección adecuada.
4. Dios actúa a través de la oración y la meditación
Cuando un alma busca sinceramente a Dios en la oración, Él le responde. No siempre con una voz audible o con una manifestación extraordinaria, sino con inspiraciones interiores, con luces en la inteligencia, con un sentido de paz o inquietud que nos indica el camino que debemos seguir.
Los grandes santos nos enseñan que, para escuchar la voz de Dios en las causas segundas, es necesario el silencio interior. En un mundo lleno de ruido, Dios sigue hablándonos, pero somos nosotros los que no lo escuchamos porque estamos distraídos por las cosas del mundo.
5. Dios también permite pruebas como purificación
A veces, Dios permite que experimentemos momentos de desolación o sufrimiento porque quiere purificar nuestra alma y hacernos crecer en la virtud. Job fue probado hasta el extremo, pero nunca perdió la confianza en Dios. Santa Teresa de Jesús sufrió persecuciones y enfermedades, pero supo ver la mano divina en todo.
Dios no nos abandona nunca, pero a veces se esconde para que lo busquemos con mayor fervor. Y es precisamente en esos momentos de prueba donde más se manifiesta su acción, aunque no la comprendamos de inmediato.
Conclusión
Dios habla constantemente al alma a través de las causas segundas: la creación, los santos, los sacerdotes fieles, los acontecimientos de la vida, la oración y las pruebas. Pero para percibir su voz, es necesario tener un corazón abierto y una fe profunda.
Nada es casual en la vida del cristiano. Todo está dispuesto en el plan divino para nuestra santificación. Como dijo San Juan de la Cruz: “A la tarde te examinarán en el amor”. Y ese amor se manifiesta en la fidelidad a la voluntad de Dios en cada detalle de nuestra vida.
Querido amigo, que el Espíritu Santo te conceda siempre la claridad para reconocer la voz de Dios en todas las cosas, y que la Santísima Virgen, Mediadora de todas las gracias, te conduzca siempre por el camino seguro de la santidad. ¡Ánimo y confianza! 🙏✨
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