La Comunión en la boca y de rodillas: Un gesto de humildad y adoración que nunca debió abandonarse
Desde los primeros siglos del cristianismo, la recepción de la Sagrada Eucaristía ha estado rodeada de una profunda reverencia, propia de quienes reconocen la grandeza y santidad del misterio que reciben. La práctica de comulgar en la boca y de rodillas no es una simple costumbre piadosa, sino una expresión tangible de la fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Sin embargo, en tiempos recientes, se ha promovido la Comunión en la mano como un signo de "mayor participación", lo que ha traído consigo una alarmante pérdida del sentido de lo sagrado y un debilitamiento en la fe de los fieles.
1. Fundamentos Teológicos y Tradicionales
El Magisterio de la Iglesia ha enseñado siempre que la Eucaristía es el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Recibirla de rodillas y en la boca expresa esta realidad de manera concreta. En la Misa Tridentina, la forma de recibir la Comunión se mantuvo inalterada durante siglos, con el fiel arrodillado y el sacerdote depositando con sumo cuidado la Hostia consagrada en su boca, evitando así cualquier peligro de profanación.
Santo Tomás de Aquino afirmaba: "Por reverencia a este Sacramento, nada lo toca sino lo que está consagrado" (S.Th. III, q.82, a.3). Esta enseñanza subraya que solo el sacerdote, cuyas manos han sido consagradas en su ordenación, debe tocar la Sagrada Forma.
2. La Pérdida del Sentido de lo Sagrado
La práctica de la Comunión en la mano comenzó a extenderse en los años posteriores al Concilio Vaticano II, no como una restauración de la tradición primitiva, sino como una concesión introducida por la desobediencia de ciertos sectores modernistas. A pesar de que San Pablo VI advirtió en Memoriale Domini (1969) sobre los peligros de esta práctica, se permitió su propagación, lo que trajo consecuencias graves:
Desacralización de la Eucaristía: La recepción en la mano ha fomentado una actitud de rutina y falta de reverencia hacia el Santísimo Sacramento.
Aumento de los abusos litúrgicos: Se han reportado incontables casos de Hostias consagradas caídas al suelo, llevadas como "souvenir" o incluso profanadas en rituales satánicos.
Pérdida de la fe en la Presencia Real: Donde se ha promovido la Comunión en la mano, las estadísticas muestran una disminución en la creencia en la transubstanciación.
3. El Retorno a la Verdadera Adoración
Restaurar la práctica de la Comunión en la boca y de rodillas no es un asunto de nostalgia, sino de fidelidad a la tradición inmutable de la Iglesia. Este gesto:
Expresa la humildad del fiel ante la majestad de Dios.
Protege la Eucaristía de abusos y profanaciones.
Fomenta la fe en la Presencia Real.
Es testimonio de adoración en un mundo que ha perdido el sentido de lo sagrado.
Conclusión
Si queremos recuperar la reverencia hacia la Eucaristía, debemos comenzar por la forma en que la recibimos. La Comunión en la boca y de rodillas es un acto de fe, adoración y amor a Cristo. Que cada católico fiel defienda y promueva este gesto, pues no es solo una cuestión de disciplina litúrgica, sino un baluarte en la defensa de la verdadera fe en la Presencia Real del Señor.
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