Reflexiones surgidas tras un funeral

Un amigo nos escribe lo siguiente:
"Hoy, he asistido a un funeral de cuerpo presente. Me ha encantado la homilía del sacerdote porque por primera vez en mucho tiempo ha nombrado las cosas por su nombre y ha dicho lo que tan pocos, en la actualidad quieren oir.
Ha dicho que no esperaran los asistentes que en su homilía fuera a hacer una loa o panegírico de la persona fallecida, sino que lo importante de verdad y el verdadero acto de caridad y de hermandad cristiana, y por lo que nos habíamos reunido todos allí, era para orar por el alma del fallecido. Y ha recalcado que la doctrina de la Iglesia sigue vigente en cuanto a todo lo relativo al pecado mortal, y a la importancia de morir en estado de gracia.
EL INFIERNO EXISTE para los que no optan por el arrepentimiento, y el propio Jesucristo lo nombra hasta en 27 ocasiones en los Evangelios, según comenta el Pater. De ahí, que la finalidad de un funeral debe ser la de orar con todas las fuerzas por el fallecido.
Esto me trae a la memoria muchos funerales desde hace algunos años, en los que copiando las películas norteamericanas, en el funeral sale alguien a hablar del finado y en realidad, la ceremonia religiosa parece más la despedida de un club de amigos que una verdadera ceremonia cristiana. Y eso cuando no les da por aplaudir. Lo siento, pero me parece lamentable el espectáculos de los aplausos en las misas, propiciado muchas veces por clérigos ignorantes.
Finalmente, y como colofón muy interesante, ha hecho hincapié en que antes de ir a comulgar cada uno recapacitara si está en estado de gracia para recibir la sagrada comunión. Para ello, hay que estar debidamente confesado, al menos una vez durante el último año, y por supuesto, no estar en pecado mortal.
Ojalá hubiese muchos curas como este!!!!"