La herejía del modernismo: Cómo se infiltra y destruye la fe desde dentro

 La herejía del modernismo: Cómo se infiltra y destruye la fe desde dentro

Desde hace más de un siglo, la Iglesia ha combatido un enemigo mortal que no ataca desde fuera, sino desde dentro: el modernismo. Esta herejía, definida por San Pío X como "la síntesis de todas las herejías", ha sido el germen de la crisis actual de la fe. Su astucia radica en disfrazarse de renovación, pero en realidad, socava los cimientos mismos de la religión católica.



¿Qué es el Modernismo?

El modernismo es una corriente filosófica y teológica que busca adaptar la fe a los tiempos modernos, eliminando todo lo que considera "arcaico" o "dogmático". Sus principales errores son:

  1. El subjetivismo religioso: Reduce la fe a una experiencia personal y emotiva, negando la existencia de verdades absolutas.

  2. El evolucionismo doctrinal: Afirma que la doctrina católica puede cambiar con el tiempo según el progreso de la humanidad.

  3. La reinterpretación de los dogmas: Considera que los dogmas no son inmutables, sino que deben ser "actualizados" según el contexto histórico.

  4. La desacralización de la liturgia: Promueve la eliminación de signos sagrados y el lenguaje tradicional en el culto divino.

  5. El ecumenismo falso: Fomenta la idea de que todas las religiones conducen a Dios por igual, debilitando la única y verdadera fe.

Cómo se Infiltra el Modernismo

El modernismo no se presenta como una herejía abierta, sino que se infiltra sutilmente en la teología, la liturgia y la moral católica. En lugar de atacar directamente la fe, la debilita con ambigüedades y "nuevas interpretaciones" de la doctrina.

  • En la teología: Se enseña que la Revelación no es fija, sino que está en constante evolución, dando lugar a la "teología del cambio".

  • En la liturgia: Se sustituyen los ritos tradicionales por ceremonias centradas en el hombre en lugar de en Dios, restando importancia al sacrificio de la Misa.

  • En la moral: Se relativizan los mandamientos y se introducen conceptos como la "misericordia sin conversión", lo que lleva a justificar el pecado.

El Combate de la Iglesia contra el Modernismo

San Pío X, viendo el peligro del modernismo, lo condenó en su encíclica Pascendi Dominici Gregis (1907), donde desenmascaró sus errores y exigió que los clérigos hicieran el "Juramento Antimodernista". Sin embargo, a pesar de estas condenas, el modernismo resurgió con más fuerza tras el Concilio Vaticano II, promoviendo una visión secularizada de la Iglesia y el mundo.

El Deber del Católico Frente al Modernismo

Ante esta crisis, los católicos fieles deben resistir y aferrarse a la Tradición. La solución no está en ceder a la modernidad, sino en restaurar la fe auténtica con fidelidad a la doctrina perenne. La Verdad no cambia, y nuestra obligación es preservarla sin miedo ni concesiones.

El modernismo busca destruir la fe desde dentro, pero la victoria pertenece a Cristo. Como dijo San Pablo: "Guarda el buen depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros" (2 Tim 1,14).

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