La imitación de Cristo y el desprecio de todas las vanidades del mundo

 Excelencia de la imitación de Cristo

1.- El que me sigue no anda en tinieblas, dice el Señor. Son palabras de Cristo que nos exhorta a imitar su vida y costumbres, si queremos ser de veras iluminados y vernos libres de toda ceguedad del corazón.

2.- Sea, pues, nuestra principal ocupación meditar en la vida de Jesucristo. Su doctrina excede todas las enseñanzas de los santos , y quien poseyere su espíritu hallará en ella maná escondido.

3.- Pero acontece que muchos a pesar de oír con frecuencia el Evangelio, sienten poco el deseo de Dios, porque no tienen el espíritu del Señor.

4.- Más el que quiera entender con perfección y sabiamente las palabras de Cristo es preciso que trate de conformar con él toda su vida.

Poco importa saber, si no se vive intensamente

5.- ¿De que te sirve disertar sutilmente acerca de la Trinidad, si, por carecer de humildad, le desagradas?

6.- Verdaderamente las palabras sublimes no hacen al hombre santo ni justo; es la vida virtuosa la que le transforma en amigo de Dios.

7.- Prefiero sentir la compunción a saber definirla.

8.- Aún cuando supieras de memoria la Biblia entera y las sentencias de todos los filósofos, ¿de qué te serviría todo eso sin caridad y gracia de Dios?

9.- Vanidad de vanidades y todo vanidad, si no es amar y servir a Dios solamente.

La cumbre de la verdadera sabiduría

10.- He aquí la suprema sabiduría: tender de continuo al reino de los cielos por el desprecio de las cosas de este mundo.

11.- Por tanto, vanidad es buscar a porfía riquezas caducas y tener puesta en ellas la esperanza. Vanidad es también ambicionar honores y aspirar a cosas que están por encima de la propia condición.

12.- Vanidad es satisfacer las apetencias de la carne y desear aquello cuya fruición ha de reportarnos después riguroso castigo.

13.- Vanidad es desear una larga vida sin cuidar de que sea buena. Vanidad es atender únicamente a la vida presente y cerrar los ojos a la que está por venir.

14.- Vanidad es enamorarse de aquellas cosas que tan pronto se esfuman, y no apresurarse a llegar adonde el gozo es eterno.

15.- Acuérdate a menudo de aquel proverbio: No se sacia el ojo de ver ni se harta el oído de oír.

16.- Haz, pues, lo posible por apartar tu corazón de las cosas visibles y adherirlo, sin cesar, a las invisibles. Porque los que siguen la vida de los sentidos mancillan su conciencia y malogran la gracia de Dios.

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