¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!

 ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tu estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti, aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. (San Agustín)

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